Diagnósticos precisos utilizando tecnología avanzada para determinar el tipo y grado de pérdida auditiva. Pruebas específicas de procesamiento auditivo para identificar cómo los pacientes interpretan los sonidos.
Terapias dirigidas a mejorar las habilidades auditivas y de procesamiento. Técnicas adaptadas para cada paciente, dependiendo de sus necesidades y objetivos específicos.
Recomendación e implementación de dispositivos auditivos, como audífonos o sistemas de FM. Entrenamiento en el uso de tecnologías que facilitan la comunicación en diferentes entornos.
Aumento de la capacidad para entender y participar en conversaciones, mejorando las interacciones sociales y familiares.
Fomento de la autonomía personal mediante la mejora del acceso a la información sonora.
Integración más efectiva en actividades comunitarias y sociales.